España se mira al espejo y no se gusta, pero tampoco parece dispuesta
a hacer nada por cambiar. Clama contra los políticos, pero vota a los
de siempre. Se indigna ante la corrupción, pero pregunta si puede pagar
en negro. Detesta el nepotismo, pero qué hay de lo de mi sobrino. Pide
cultura, pero premia con las mejores audiencias la televisión más zafia.
Y exige respeto, aunque hace tiempo que se lo perdió a sí misma.
Puede ocurrir que por traspiés de la historia, conflictos varios o
mala fortuna tu país acabe en manos de Franco en lugar de Churchill.
Pero nada de ello trajo la reelección de Zapatero, a Rajoy o a los
glotones que ocupan desde hace lustros comunidades y ayuntamientos. Lo hizo el voto consciente de los ciudadanos. Los valencianos que
dan la mayoría absoluta al PP semanas después de que sus dirigentes sean
imputados por corrupción. Los andaluces que siguen apoyando a quienes
desde el PSOE han convertido la región en un cortijo de corrupción,
derroche y caciquismo. La España, desde Ceuta a Orense, que dice en las
encuestas que volvería a apoyar masivamente el bipartidismo que ha
parasitado todas las instituciones, poniéndolas a su servicio.
El resultado es esta España donde el presidente es incapaz de reunir
siquiera el coraje para enfrentarse a las preguntas de un grupo de
periodistas cuando es acusado de corrupción. La de los ex presidentes Felipe González y José María Aznar, cobrando como consejeros de grandes empresas sobre las que legislaron cuando estaban en el poder. La de
Rodríguez Zapatero, que llegó a dirigir la nación con un currículo que
no le habría servido para encontrar trabajo en una empresa familiar. La
de Ana Botella, que en su mayor crisis al frente de la alcaldía de la
capital, y mientras familias madrileñas enterraban a sus hijas, buscó un
spa donde relajarse en Portugal. La España del rey que dice que es hora
de apretar los dientes, antes de fugarse con su “amiga entrañable” a
cazar elefantes a África. La de quienes otorgan trato de favor a Emilio
Botín para que regularice 2.000 millones de euros que su familia tenía
en Suiza, pero exprimen hasta el último céntimo a quienes no pueden
pagarse un autobús a Zúrich. La España de Bárcenas, amasando 22 millones
de euros cuando hacía las cuentas del partido en el gobierno, al
parecer sin que ninguno de sus dirigentes se diera cuenta. La de los 300 cargos públicos imputados por casos de corrupción que probablemente serán reelegidos por esta España que luego se preguntará qué hizo para merecerlos."
* El país que se perdió el respeto a sí mísmo by David Jiménez
* El país que se perdió el respeto a sí mísmo by David Jiménez
Todo lo que era sólido... / España: Destino Tercer Mundo |
Todo indica que la cosa no tiene remedio. El país ha sido gobernado durante décadas por dos partidos que han prostituido todas las instituciones que podrían poner control a sus excesos, beneficiado sistemáticamente a sus amigos, derrochado el dinero que se puso en sus manos para construir una sanidad y una educación dignas, puesto sus intereses partidistas por encima de los 191 muertos del atentado de los trenes de Madrid o pactado -sin tener ni siquiera que hacerlo- para que la crisis económica afecte a todo el mundo menos a ellos y a la oligarquía económica con la que están hermanados. ¿Qué le parece todo esto a la mayoría de los españoles? Ambos partidos sumarían todavía hoy más del 60% de los votos en unas elecciones, según las últimas encuestas.
Hablamos de los mismos partidos que controlan autonomías que han saqueado sin disimulo, como Valencia o Andalucía. Que se ríen de los ciudadanos aprobando leyes de transparencia opacas o agendas anticorrupción que garantizan la continuación de las prebendas. Que siguen embolsándose subsidios millonarios a costa del erario y expandiendo la casta de enchufados que ocupa cada despacho e institución. Pero no importa: uno de esos partidos ha convencido a media España de que la culpa la tiene el otro. Y viceversa.
Que tan conveniente farsa haya sido asumida por tanta gente, durante tanto tiempo, solo puede deberse a que el país sufre una variante grave del síndrome de Diógenes, ese trastorno que hace que las personas abandonen su higiene personal y acumulen desperdicios en sus hogares hasta convertirlos en vertederos. Solo así puede salir la alcaldesa de la capital, cuyo casco viejo es una pocilga, y responder a las críticas diciendo que el problema es que los ciudadanos se han acostumbrado a un “nivel de limpieza muy alto”. Ana Botella pedía a los últimos que resisten, a aquellos que todavía aspiran a vivir sin basura a su alrededor, que la acepten y asuman que está aquí para quedarse. Que la celebren, incluso."
*Celebración de la Basura by David Jiménez
* " - España es un país históricamente enfermo. Se ve muy bien en cuanto escarbas un poco en la historia (...) indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. (...) El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, - Sí, el español es históricamente un hijo de puta...
(...) ¿Sabes realmente cuál es mi lamento histórico? Es que aquí nos faltó una guillotina al final del siglo XVIII. El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza. Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media. Eso lo hemos hecho luego, hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ése, el final del XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso las de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España. Nadie lo hizo, perdimos la ocasión, y aquí seguimos todavía, arrastrando ese lastre que nos dejaron aquellos que sobrevivieron y que no tenían que haber sobrevivido."
(...) "Esta sociedad anestesiada, egoísta, que a pesar de la que está cayendo fuera y dentro sigue sin querer enterarse de en qué peligroso mundo vive, está empeñada en que nadie le altere el pulso. En que no la despierten de su imbécil sueño suicida. Lo que pide, o exige, es VIVIR CÓMODAMENTE SENTADA EN EL SOFÁ, ZAPEANDO ENTRE ANUNCIOS CON GENTE QUE BAILA Y SONRÍE, SÁLVAME Y EL PUTO FÚTBOL"
(...) Siempre sostuve, porque así me lo dijeron de niño, que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos. En lamentables suicidas sociales.
* " - España es un país históricamente enfermo. Se ve muy bien en cuanto escarbas un poco en la historia (...) indigna su incultura, su falta de espíritu crítico. (...) El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, - Sí, el español es históricamente un hijo de puta...
(...) ¿Sabes realmente cuál es mi lamento histórico? Es que aquí nos faltó una guillotina al final del siglo XVIII. El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza. Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media. Eso lo hemos hecho luego, hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ése, el final del XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso las de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España. Nadie lo hizo, perdimos la ocasión, y aquí seguimos todavía, arrastrando ese lastre que nos dejaron aquellos que sobrevivieron y que no tenían que haber sobrevivido."
(...) "Esta sociedad anestesiada, egoísta, que a pesar de la que está cayendo fuera y dentro sigue sin querer enterarse de en qué peligroso mundo vive, está empeñada en que nadie le altere el pulso. En que no la despierten de su imbécil sueño suicida. Lo que pide, o exige, es VIVIR CÓMODAMENTE SENTADA EN EL SOFÁ, ZAPEANDO ENTRE ANUNCIOS CON GENTE QUE BAILA Y SONRÍE, SÁLVAME Y EL PUTO FÚTBOL"
(...) Siempre sostuve, porque así me lo dijeron de niño, que los únicos antídotos contra la estupidez y la barbarie son la educación y la cultura. Que, incluso con urnas, nunca hay democracia sin votantes cultos y lúcidos. Y que los pueblos analfabetos nunca serán libres, pues su ignorancia y su abulia política los convierten en borregos propicios a cualquier esquilador astuto, a cualquier lobo hambriento, a cualquier manipulador malvado. También en torpes animales peligrosos para sí mismos. En lamentables suicidas sociales.
(...) Quizá esa Historia que casi nadie enseña en los colegios pueda explicarlo: ocho siglos de moros y cristianos, el peso de la Inquisición con sus delaciones y envidias, la infame calidad moral de reyes y gobernantes. Pero no estoy seguro. Esa saña que lo mismo se manifiesta en una discusión política que entre cuñados y hermanos en una cena de Navidad es tan española, tan nuestra, que me pregunto quién nos metió en la sangre su cochina simiente. Desde ese punto de vista, el español es por naturaleza un perfecto hijo de puta. Por eso necesitamos tanto lo que no tenemos: gobernantes lúcidos, sabios sin complejos que hablen a los españoles mirándonos a los ojos, sin mentir sobre nuestra naturaleza y asumiendo el coste político que eso significa."
4 comentarios:
Muy interesante el artículo. Voy a leerte más...
Muy guapo, así te imaginaba.
Gracias Naomi Carranza y Anónimo/a.
excellent work sir
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