miércoles, 1 de junio de 2022

CAFÉ AMARGO...ANTE LAS EXPECTATIVAS DE UN CAMBIO REAL

Una de las mejores noticias recientes (Mayo 2021) la hemos conocido mucho tiempo después de que se produjera:

Es la audiencia que Ana Patricia Botín, Faraona del IBEX-35 y heredera del banco de papá -BANCO SANTANDER (financiador del PSOE)-, concedió el pasado mes de mayo a Santiago Abascal en su palacete de El Viso. Como antes lo hicieran el falso doctor frauden Sánchez, el quidam Casado, el toy boy Rivera o el caniche rojo Pablo Iglesias, todos los súbditos, cortesanos y fámulos de Su Majestad Financiera, el verdadero poder de este país en desguace, pasan ante la accionista máxima de lo que queda de España para exponer sus planes a quien tiene la potestad de dar el visto bueno y poner dinero, televisiones y periodistas al servicio del candidato. Todos beben el café de la adusta oligarca, y todos tratan de endulzarlo a su manera, ya sea con sacarina, con stevia o con azúcar de caña. Iglesias fue con licor de gloria, pestiños, guirlache y fruta escarchada e inició allí un romance político con La Gran Banquera que todavía hoy dura. No es para menos, la casa de empeños de los Botín tiene hipotecada a media España y a los políticos que la malbaratan, y con las cosas de comer no se juega; gracias a la plutócrata (con un sillón permanente en el CLUB BILDELBERG, quien invitó a Arrimadas y Casado a su reunión anual en Junio de 2019) Feminista y ecofriendly ella, PODEMOS se ha convertido en la empresa familiar más próspera del ramo de la política.
LA BANQUERA, prendera mayor del Reino
se declaró feminista y simpatizante de los perroflautas bolivarianos, y los niñatos/as rojos/as la excluyeron de la raza maldita de los explotadores, categoría en la que no se puede incluir a los vástagos de la saga de los Botín, pero sí a Amancio Ortega. Ana Patricia Botín tiene mucho más de lo segundo que de lo primero, mientras que el empresario gallego no puede ostentar el poso del dinero antiguo, es un self made man (hombre hecho a sí mismo), con lo que eso ofende a las delicadas pituitarias de nuestra izquierda inclusiva, resiliente y, sobre todo, SNOB. Y los perroflautas se han vuelto putas respetuosas: para el BANCO DE SANTANDER no hay Memoria Histórica. Eso es para los que se alzaron en armas, no para los que financiaron el Régimen y se beneficiaron de los negocios que en él hacían.
Hoy, lo CHIC es ser lo más de izquierdas posible, como aquella marquesa de Parla de Foxá, amiga de la URSS de Stalin y turista revolucionaria. Y nadie puede estar más al dernier cri que la reina sin corona de esta monarquía republicana, donde el Borbón titular está para servir de diana a los salivazos de la izquierda nativa y de la chusma periférica.
Todos insultan al rey, nadie a Ana Patricia. Eso demuestra quien manda . En fin, que resignándose a lo inevitable, la heredera llamó a capítulo a ese Abascal.
Ella le habló del cambio climático, del calentamiento y de todos esos melindres de Señoronas emponderadas, las que antes presidían las mesas petitorias del Domund, que sirven para hacernos comer insectos, pagar más por la luz y vivir peor: algo parecido a una escena de la película Los Santos Inocentes, pero adaptado a las lectoras del TELVA. Abascal, que nació para guardabosques, hizo oídos sordos a la garambaina de los millonarios globales, esa descarbonización que hace cisco al ciudadano medio, pero que baña en oro a los Señoritos Rojos de BILDERBERG. Ana Patricia se revistió con el manto de la superioridad moral, con que el que ahora se adornan los banqueros y demás plutocráticas aves de rapiña, y Abascal le hizo trizas la capa guarnecida de mundialismo.
Aquello fue un diálogo de besugos en el que la Botín se dio cuenta de que aquel recio vascongado no servía para mayordomo de su finca, España, país propiedad del IBEX–35, aunque la Constitución diga que es de todos los españoles. No sólo no valía para guardés; además, se negaba a serlo. Así no hay quien se tome un café, aunque se cueza en puchero de oro. ¿Cómo es posible que un político español defienda a las clases medias y a los autónomos? ¿Es que no sabe quién manda? Y, para colmo, le habla de la soberanía nacional, esa antigualla. ¿Cuánto cuesta la soberana España? Ella lo sabe mejor que nadie, porque la ha comprado. Evidentemente, ese Abascal es un peligro, un loco, un revolucionario. La dueña de la democracia lo descartó definitivamente: es un hombre imposible. Abascal no da el perfil de político que exige el banco de los rojos , el que financia a Sánchez y su gobierno (y a todas sus televisiones y terminales mediáticas), ese del que cualquier español decente debería retirar su nómina y sus fondos (si es que le quedan).
Abascal se fue a la calle sin nada: sin televisiones, sin préstamos y sin puertas giratorias. Y seguro que sus relaciones con los “populares” serán aún peores. Eso sí, sus partidarios pueden estar seguros de que no votan a un caniche.
Hace ya muchos años, en julio de 1789, hartas de ser desplumadas, las víctimas de los banqueros y de los fermiers (arrendadores de impuestos) salieron a la calle, tomaron la Bastilla y las primeras cabezas que cayeron y se clavaron en picas, para que la nación disfrutara del espectáculo, no fueron las de los ministros de Luis XVI, sino la de los financieros que sangraban al país. Aquellos eran otros tiempos, cuando la plebe era más sabia. Pero a golpes se aprende. Cualquier día, a las élites “españolas” se les atraganta el café. No se arruina a la clase media en vano.
Por Sertorio. EL MANIFIESTO. Periódico Políticamente Incorrecto.
+>https://www.vozpopuli.com/economia_y_finanzas/ana-botin-abascal-3.html
✅VOX: La Alternativa Real al bipartidismo🇪🇸

Casi siempre les dicen las mismas cosas cuando (los de VOX) salen a la calle: «Gracias, sois la última oportunidad, no nos falléis». Son tres mensajes que se repiten tanto que parecieran guionizados por algún asesor. Pero nada de eso. surgen espontáneamente en Cataluña, País Vasco, Madrid, Andalucía y Castilla y León, en tractoradas y mítines, en bares o sencillos paseos por la calle. La reacción es idéntica en toda España cuando aparece un líder de VOX y el que está enfrente no es uno de esos violentos que llevan a la práctica lo que Jordi Évole dijo de Santiago Abascal en televisión: «Un hostión le vendría bien».
Los rostros de quienes se acercan a Olona, Espinosa, Ortega, Garriga, Buxadé, Monasterio y, por supuesto, Abascal, transmiten la emoción del que pide algo por última vez, del que sabe que es ahora o nunca porque trenes así no pasan más.
Se oye de todo: Confesiones personales, alusiones a seres queridos fallecidos («si mi padre hubiera visto esto»), abuelos que piden por los suyos con ojos vidriosos («hacedlo por mis nietos»), jóvenes desesperados porque ven el futuro lejos de España, mujeres agradecidas porque al fin tienen a alguien que les representa frente al rodillo feminista, parados de larga duración, autónomos arruinados y otros fritos a impuestos a punto de estarlo, abstencionistas resucitados de la apatía… Españoles, en definitiva, desengañados que pensaban que jamás recuperarían la fe en la política. Hasta hoy.
Porque de pronto VOX se hace mayor, se convierte en ALTERNATIVA REAL no al Gobierno de Sánchez, sino a las políticas del Bipartidismo PPSOE de los últimos 40 años. Un cambio de rumbo radical que acabe con el disparatado crecimiento de la administración pública y el clientelismo generado por ella, los acuerdos con un separatismo convertido en motor del Estado, la desindustrialización, el paro juvenil, el invierno demográfico, la inmigración ilegal, el encarecimiento de la luz y el gas y la desaparición de España como actor internacional. O lo que es lo mismo, responder a una sencilla pregunta: ¿qué quiere VOX para España dentro de tres o cuatro décadas?
UN CAMBIO DE VERDAD, no de eslogan, para remedar la promesa de Alfonso Guerra la noche de la aplastante victoria socialista en 1982 («vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió»), pero en sentido opuesto. Más que un examen en las urnas, el 19 de junio es para VOX una CITA CON LA HISTORIA.
Casualidad o no será Andalucía, el mismo lugar donde comenzó ‘La Reconquista’ (esta vez es de sur a norte) en diciembre de 2018, quien dictamine en cuatro semanas hacia dónde se dirige el proyecto. ¿Es descabellado pensar que VOX podría ser la fuerza más votada con Macarena Olona de candidata? No lo es por mucho que lo nieguen los horóscopos que PSOE y PP encargan a sus Tezanos y Michavilas.
Esta transición, ese cambio profundo que tratan de ocultar medios, sindicatos, patronal y encuestadores de tarot, será pilotada -como toda revolución o transformación cultural- por los jóvenes. Esto se aprecia en los mítines, donde los chavales matan por un selfie con Abascal y las chicas abrazan a Macarena a la que confiesan, emocionadas, que ella sí les representan frente al feminismo de Estado.

Aunque parezca mentira, de ello también se dan cuenta los medios. Incluso El País, que casi siempre adolece de la ceguera política que provoca no ver más allá de tus propios pies. El suplemento dominical de Prisa dedicó en febrero de 2020 un amplio reportaje a tratar de entender al votante medio de VOX. Fue un inusual ejercicio de honestidad periodística: el plumilla preguntaba y el entrevistado respondía. Sin prejuicios ni filtros. Una universitaria, un camionero, una soldado, un ingeniero agrícola, un emigrante retornado, un jubilado, un obrero, un autónomo… sus testimonios valían mucho más que el ensayo del politólogo de moda o un artículo periodístico como este.
Es probable que los jóvenes sean, como vemos, un factor importante. 302.446 votarán por primera vez en estas andaluzas tras cumplir 18 años. Es una edad en la que, además del carpe diem de cada viernes, se comienza a pensar en serio en el futuro. ¿Qué les promete el paraíso 2030 del Gobierno? Aborto, porros y una paguita (omitiremos el eufemístico «bono cultural») que sale del bolsillo de papá, sufrido contribuyente que ve cada vez más difícil disfrutar de una pensión cuando se jubile.
Un factor aún más importante que podría propiciar un vuelco histórico en Andalucía -y mañana en toda España- es el profundo malestar social. Un ejemplo: el sector agrario y los transportistas son dos colectivos perjudicados por las políticas climáticas del resto de partidos. La ley de cambio climático, recordemos, fue apoyada en el Congreso por todos a excepción de VOX. Ese día se consagró la estigmatización de millones de trabajadores a los que culpan del cambio climático mientras China produce a menor coste y mayor contaminación. El resultado para nuestros trabajadores: manos atadas por la legislación nacional y competencia desleal foránea.
Todo ello agrava la ruinosa situación de una clase media que mengua cada año azotada por el desempleo, la precariedad laboral y, este 2022, precios récords en la gasolina, la luz y el gas. Además, frente a la mentira oficial de la propaganda gubernamental, la realidad es que los impuestos expolian casi el 40% de la renta de los hogares más pobres. La respuesta del Gobierno: Franco, covid y Putin.
Es probable que sea una frase populista, pero hay que escuchar a la calle. España cambió en mayo de 2011 y, desde entonces, los parámetros que antes valían para interpretar la realidad han saltado por los aires. Está el mundo de los medios, los partidos, la patronal y los sindicatos, y luego está el de la gente corriente que no hace talleres de deconstrucción de la masculinidad en casa porque sólo aspira a que sus políticos no les defrauden. Por eso, en los ruegos a los líderes de VOX hay un aroma a cruzada, a misión, de españoles que no están viendo unas siglas o un proyecto político más, sino un movimiento con opciones reales de transformar nuestro país. Lo he visto muchas veces: ciudadanos que no habían ido a un mitin en su vida o que cambiaban el canal cuando aparecía un político, están hoy movilizados.
De esta manera, «solo queda VOX». Y esta frase no parece la ocurrencia del enésimo gurú del marketing -de esos que abundaban en Ciudadanos-, sino algo que sienten cada vez más españoles abandonados por unos y otros. Quizá todo sea más sencillo: las ideas por encima del marketing y España por encima de cualquier partido.
Por Javier Torres. La Gaceta de la Iberosfera.

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