"Ser bueno, ¿quién no lo desearía? Pero sobre
este triste planeta, los medios son restringidos. El hombre es brutal y
pequeño. ¿Quién no querría, por ejemplo, ser honesto? Pero ¿se dan las
circunstancias? ¡No! ellas no se dan aquí”.
ESPAÑA: El país que se perdió el respeto a sí mismo |
Cada vez cuesta más comprender la indiferencia de un gran número de españoles y españolas que aceptan
estoicamente, o bien jalean y justifican, los escándalos de corrupción y
latrocinio de los servidores públicos como si fuera algo normal que
forma parte de nuestra cotidianeidad. Hasta tal punto ha llegado ese
pasotismo, que ese contingente, alarmantemente alto, acepta, sin
remordimiento, las burdas defensas mediáticas y políticas de quienes
están en entredicho por su inapropiada actuación, que incluso podría ser
delictiva, y no se inmuta cuando un jefe de Gobierno, duramente
cuestionado, se limita, hasta ahora, como único argumento ante las
graves acusaciones de corrupción en su contra, a anunciar una
comparecencia 20 días después de la ratificación judicial del escándalo,
y a conceder una entrevista pactada en la que justifica su silencio
ominoso con una lacónica apelación al respeto al Estado de derecho que
no limpia una conducta que apesta por su falta de transparencia y que
alarma a la ciudadanía, ante las revelaciones de quien hasta hace poco
era uno de sus fieles escuderos.
(..) Resulta sorprendente la polarización de los medios de comunicación, en función del interés político o la facción a la que pertenezcan, olvidando (solo algunos lo recuerdan) el sagrado deber de informar a todos los ciudadanos, con objetividad e independencia. Así, resulta memorable el esfuerzo por eliminar a quien está colaborando con la justicia, denostándolo, sin más argumento que el de perjudicar al contrario, que en este caso es el pueblo como titular de la justicia.
Los análisis objetivos han muerto, solo las afirmaciones parciales sobreviven. La apelación al Estado de derecho es baldía cuando, previamente, se quebranta el mismo (cobro de sobresueldos, ocultación de cantidades al fisco, financiación ilegal de un partido político, aprovechamiento del cargo para percibir comisiones). ¿De qué Estado de derecho hablan? Quienes así se comportan, máxime si están en lo más alto de la Administración o de la justicia constitucional, no merecen la confianza de los ciudadanos, porque ellos son el principal peligro para la subsistencia del sistema democrático al haber quebrantado, sin complejos, y, aun peor, justificándolo, el juramento de entrega al servicio público y la defensa de los principios constitucionales que les obligan. Cuando así actúa, se deben pagar las consecuencias a todos los niveles, porque de lo contrario la credibilidad del sistema se arrastra por los suelos.
Este principio, tan arraigado en otras democracias, en la nuestra no vale ni como saldo de temporada, porque al final del día la línea entre lo ético y lo legal se difumina, dando paso a la arbitrariedad y lo delictivo. La corrupción afecta a las estructuras del Estado y genera desigualdad y empobrecimiento en los ciudadanos, convirtiéndose en el más grosero de los ataques a los derechos humanos, que solo justifican aquellos que se aprovechan y benefician de la misma. A pesar de esto, en España no se produce un clamor popular, por encima de las diferencias o planteamientos políticos, contra los que han roto el contrato con los ciudadanos, engañándolos. Lo de menos es que se llamen Bárcenas, Correa, Gürtel, ERE, Nóos o Palau de la Música, lo verdaderamente preocupante es que los hechos que motivaron esos casos se han producido y los últimos responsables se amparan en las inmunidades del miedo y la vergüenza y desprecian el respeto a la justicia, tratando de socavarla, incluso desde dentro.
El mutismo nos hace cómplices de esta situación. La falta de decisión política por parte de quienes están en el poder o los que ejercen oposición al mismo debe hacernos reaccionar. Todos, salvo contadas excepciones, han asumido una postura oportunista y precavida, o lo que es peor, condicionada a la propia acción de los perpetradores. La denuncia de un sistema esencialmente corrupto es necesaria, frente a la compra de conciencias adormecidas que justifican la impunidad de estas conductas.
No concibo que los votantes del Partido Popular, o de cualquier otro partido, ante el vendaval de suciedad esparcida por mil actos de
corrupción, que nos
estallan en la cara día a día, continúen callados por el simple hecho de
que quienes actúan inmoralmente son de su ideología. La lucha frente a
la corrupción no es una cuestión de ideología, sino una medida
terapéutica, y por ende el abandono o renuncia, sin necesidad de
dimitir, es una medida de regeneración democrática.
Conocer a través de lo publicado que altos cargos públicos mediaban ante el juez y con el imputado ilustre exsenador, por orden de otros cargos públicos o políticos; cómo exresponsables políticos realizaban la labor de “conseguidores” para doblegar voluntades en la justicia; cómo abogados sin ética profesional se han prestado a este aquelarre corrupto en el que se distribuían favores y prebendas a cambio de hundir los pies de la democracia en el fango más espeso, resulta insufrible. No es cuestión de ideología, sino de honestidad y de principios. No me importa, a estos efectos, que gobierne el Partido Popular, pero sí me ofende como ciudadano tener que oír hasta en el último confín del mundo comentarios críticos sobre España por el hecho de que el presidente y otros políticos continúen enrocados en su posición y no se marchen, sin necesidad de que nadie se lo pida. Y ni tan siquiera una explicación al pueblo…
En esta situación, resulta inaceptable que todavía, cuando millones de personas decentes claman por la limpieza y la transparencia, cuando la desigualdad social entre los españoles es cada vez mayor, cuando la crisis económica nos tortura, se siga orillando la realidad alarmante de la corrupción por el Gobierno, utilizando el manido argumento de que otros también son corruptos en Andalucía, Cataluña, Baleares, Murcia o Castilla y León, porque ese argumento solo reafirma la necesidad de que se vayan, sin necesidad de dimitir."
by Baltasar Garzón
(..) Resulta sorprendente la polarización de los medios de comunicación, en función del interés político o la facción a la que pertenezcan, olvidando (solo algunos lo recuerdan) el sagrado deber de informar a todos los ciudadanos, con objetividad e independencia. Así, resulta memorable el esfuerzo por eliminar a quien está colaborando con la justicia, denostándolo, sin más argumento que el de perjudicar al contrario, que en este caso es el pueblo como titular de la justicia.
Los análisis objetivos han muerto, solo las afirmaciones parciales sobreviven. La apelación al Estado de derecho es baldía cuando, previamente, se quebranta el mismo (cobro de sobresueldos, ocultación de cantidades al fisco, financiación ilegal de un partido político, aprovechamiento del cargo para percibir comisiones). ¿De qué Estado de derecho hablan? Quienes así se comportan, máxime si están en lo más alto de la Administración o de la justicia constitucional, no merecen la confianza de los ciudadanos, porque ellos son el principal peligro para la subsistencia del sistema democrático al haber quebrantado, sin complejos, y, aun peor, justificándolo, el juramento de entrega al servicio público y la defensa de los principios constitucionales que les obligan. Cuando así actúa, se deben pagar las consecuencias a todos los niveles, porque de lo contrario la credibilidad del sistema se arrastra por los suelos.
Este principio, tan arraigado en otras democracias, en la nuestra no vale ni como saldo de temporada, porque al final del día la línea entre lo ético y lo legal se difumina, dando paso a la arbitrariedad y lo delictivo. La corrupción afecta a las estructuras del Estado y genera desigualdad y empobrecimiento en los ciudadanos, convirtiéndose en el más grosero de los ataques a los derechos humanos, que solo justifican aquellos que se aprovechan y benefician de la misma. A pesar de esto, en España no se produce un clamor popular, por encima de las diferencias o planteamientos políticos, contra los que han roto el contrato con los ciudadanos, engañándolos. Lo de menos es que se llamen Bárcenas, Correa, Gürtel, ERE, Nóos o Palau de la Música, lo verdaderamente preocupante es que los hechos que motivaron esos casos se han producido y los últimos responsables se amparan en las inmunidades del miedo y la vergüenza y desprecian el respeto a la justicia, tratando de socavarla, incluso desde dentro.
El mutismo nos hace cómplices de esta situación. La falta de decisión política por parte de quienes están en el poder o los que ejercen oposición al mismo debe hacernos reaccionar. Todos, salvo contadas excepciones, han asumido una postura oportunista y precavida, o lo que es peor, condicionada a la propia acción de los perpetradores. La denuncia de un sistema esencialmente corrupto es necesaria, frente a la compra de conciencias adormecidas que justifican la impunidad de estas conductas.
No concibo que los votantes del Partido Popular, o de cualquier otro partido, ante el vendaval de suciedad esparcida por mil actos de
De sociedades corruptas; políticos corruptos |
Conocer a través de lo publicado que altos cargos públicos mediaban ante el juez y con el imputado ilustre exsenador, por orden de otros cargos públicos o políticos; cómo exresponsables políticos realizaban la labor de “conseguidores” para doblegar voluntades en la justicia; cómo abogados sin ética profesional se han prestado a este aquelarre corrupto en el que se distribuían favores y prebendas a cambio de hundir los pies de la democracia en el fango más espeso, resulta insufrible. No es cuestión de ideología, sino de honestidad y de principios. No me importa, a estos efectos, que gobierne el Partido Popular, pero sí me ofende como ciudadano tener que oír hasta en el último confín del mundo comentarios críticos sobre España por el hecho de que el presidente y otros políticos continúen enrocados en su posición y no se marchen, sin necesidad de que nadie se lo pida. Y ni tan siquiera una explicación al pueblo…
En esta situación, resulta inaceptable que todavía, cuando millones de personas decentes claman por la limpieza y la transparencia, cuando la desigualdad social entre los españoles es cada vez mayor, cuando la crisis económica nos tortura, se siga orillando la realidad alarmante de la corrupción por el Gobierno, utilizando el manido argumento de que otros también son corruptos en Andalucía, Cataluña, Baleares, Murcia o Castilla y León, porque ese argumento solo reafirma la necesidad de que se vayan, sin necesidad de dimitir."
by Baltasar Garzón
Sí,
la diferencia con éstas es que dentro de dos años y medio votaremos y
podremos quitarnos a estos peligrosos gobernantes de encima. Eso será en
la teoría, claro, porque de aquí a entonces no sabemos si el Gobierno, que domina el Parlamento y ahora también los Tribunales Constitucional y Supremo, a los que ha restado independencia y convertido en poco menos
que títeres suyos, seguirá cambiando de tal modo las leyes que el
resultado de las elecciones próximas esté predeterminado.
Estamos
plenamente embarcados en el modelo de falsa democracia que ha regido
Italia durante la época de Berlusconi o Venezuela durante la de Chávez,
perpetuada por su patético imitador Maduro; Rusia durante la ya larga de
Putin y Ecuador durante la de Correa, Hungría durante la de Orbán y
Argentina durante la de los Kirchner. Al PP no le importa copiar a
quienes declara sus adversarios, si de ellos aprende a mantenerse en el
poder, a acallar voces contrarias, a difamar a los discrepantes (véanse
las acusaciones indiscriminadas del Ministro de Hacienda a los
colectivos o gremios que considera “críticos”) y a gobernar con cada vez
menos garantías para los ciudadanos.
Esas
noticias menores a las que casi nadie hace caso son como la letra
pequeña de los contratos: nadie la lee, pero es la que acaba por
desahuciar a la gente, o por estafarla. De repente llegan unos policías y
lo desalojan a uno de su casa. ¿Cómo puede ser?, se preguntan los
semipropietarios perplejos, ¿cómo se ha llegado a esto? Lo mismo que
quienes compraron preferentes o acciones sin enterarse y se encuentran
de pronto desprovistos de sus ahorros. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo se ha llegado a esto? La respuesta es invariable: se llegó con las cosas que
se pasaron por alto, con aquellas de las que nadie protestó, ni siquiera
los partidos de la oposición, que andan todos en sus limbos sin atender
a sus deberes."
by Javier Marías
"Una
ventaja de esta época sombría es que la desvergüenza de los que mandan
se ha vuelto tan absoluta que ya no hacen falta especiales sutilezas
para adivinar los propósitos de sus actos (...) liberarse de que
exista una asignatura
dedicada al estudio de la rectitud en los comportamientos privados y
públicos les debe de parecer tan cómico como la idea de que los
corruptos vayan a la cárcel, o de que los pobres tengan el mismo derecho
a la educación que los ricos, o de que la salud sea un bien tan valioso
y tan primordial para la dignidad humana que no se la puede degradar
sometiéndola a las leyes del beneficio privado.
No hay nada que desenmascarar porque nadie pierde el tiempo ya en disimulos superfluos. Ladrones confesos de miles de millones de euros salen a la calle por esa otra célebre puerta por la que decían antes que escapaban al castigo los chorizos de medio pelo. Y si son condenados tampoco hay que alarmarse: vendrá un indulto oportuno, un tercer grado benévolo, porque en la cárcel sólo se quedan los pobres. Y nunca faltarán leales que reciban al ladrón liberado como un mártir de la causa, o de la patria.
La llegada del verano no ha menguado el flujo de la desvergüenza pública. Patriotas catalanes con una nómina de ladrones en sus filas ponían cara de integridad herida al exigir responsabilidades por los suyos al partido del Gobierno central. Los mismos que bloqueaban la aparición del presidente del Gobierno en el Parlamento español exigían investigaciones parlamentarias sobre la corrupción en el Parlamento andaluz. Dice Pascal que la noción de verdad o justicia cambia según el lado del río fronterizo en el que uno se encuentre. Los corruptos de un lado señalan acusadoramente a los ladrones del otro, y ya ni se fijan en que en el calor teatral de sus aspavientos todos muestran por igual semejantes vergüenzas.
Ya todo está a la vista. El ex ministro de Industria se coloca estupendamente en una de las opulentas empresas a las que benefició con ejemplar descaro cuando ejercía su cargo. Los mismos políticos madrileños que dedicaron sus mandatos a sabotear la sanidad pública cobran sin disimulo de las empresas que saquearán los despojos de la privatización.
No hay nada que desenmascarar porque nadie pierde el tiempo ya en disimulos superfluos. Ladrones confesos de miles de millones de euros salen a la calle por esa otra célebre puerta por la que decían antes que escapaban al castigo los chorizos de medio pelo. Y si son condenados tampoco hay que alarmarse: vendrá un indulto oportuno, un tercer grado benévolo, porque en la cárcel sólo se quedan los pobres. Y nunca faltarán leales que reciban al ladrón liberado como un mártir de la causa, o de la patria.
La llegada del verano no ha menguado el flujo de la desvergüenza pública. Patriotas catalanes con una nómina de ladrones en sus filas ponían cara de integridad herida al exigir responsabilidades por los suyos al partido del Gobierno central. Los mismos que bloqueaban la aparición del presidente del Gobierno en el Parlamento español exigían investigaciones parlamentarias sobre la corrupción en el Parlamento andaluz. Dice Pascal que la noción de verdad o justicia cambia según el lado del río fronterizo en el que uno se encuentre. Los corruptos de un lado señalan acusadoramente a los ladrones del otro, y ya ni se fijan en que en el calor teatral de sus aspavientos todos muestran por igual semejantes vergüenzas.
Ya todo está a la vista. El ex ministro de Industria se coloca estupendamente en una de las opulentas empresas a las que benefició con ejemplar descaro cuando ejercía su cargo. Los mismos políticos madrileños que dedicaron sus mandatos a sabotear la sanidad pública cobran sin disimulo de las empresas que saquearán los despojos de la privatización.
Nada menos que el presidente del Tribunal Constitucional es militante de cuota del partido que lo ha nombrado.
El sonriente ministro de Educación presenta una reforma que agravará la ignorancia, y que al reducir casi hasta la extinción las humanidades, señaladamente la ética y la historia de la filosofía, servirá para que cada vez haya menos ciudadanos críticos y más súbditos. Reduciendo ayudas al estudio y al mismo tiempo exigiendo másteres de pago se privatiza de hecho la enseñanza universitaria y se establecen diferencias en gran medida irreparables entre quienes carecen de medios y quienes pueden costearse las credenciales carísimas que facilitan el acceso a buenos puestos de trabajo. Las autoridades culturales y económicas se alían con éxito para estrangular del todo el teatro y el cine y perjudicar en lo posible una de las pocas industrias internacionales y competitivas que tenemos, que es la editorial. Y paso a paso se asfixia nada menos que uno de los logros más incontestables, más fértiles, más vitales de la democracia, el tejido de la investigación científica, que junto al patrimonio histórico y las industrias educativas y culturales —incluido el valor económico de la enseñanza del español— era lo más sólido y lo más prometedor que teníamos, nuestra mejor esperanza de una economía que no se basara tan calamitosamente como hasta ahora en la especulación inmobiliaria, y el turismo de masas.
Todo ha estado mucho más claro este mes de julio, y lo estará más aún cada día, cada semana que pase. Gracias a las serviciales normas del Gobierno las compañías eléctricas no tendrán ni siquiera que preocuparse de la modestísima competencia que les harían esas personas cándidas empeñadas en instalarse unos paneles solares en el tejado o un molino eólico en el jardín. Quien paga manda. Se abandona a las librerías a su suerte y se suprimen las compras de libros y las suscripciones a revistas en las bibliotecas públicas, pero el presidente de la Comunidad de Madrid inaugura con pompa el almacén de Amazon. Instituciones científicas que han tardado décadas en alcanzar su pleno rendimiento irán a la ruina por los recortes del Gobierno, pero rebajas fiscales de centenares de millones de fondos públicos subvencionarán los casinos y los prostíbulos de Eurovegas.
SPAIN: WEEPING AND PAIN |
Para esto hemos quedado. Los que puedan pagárselo aprenderán idiomas sin acento y obtendrán títulos en universidades y escuelas de negocios que les aseguren su posición de privilegio. Los que tengan talento pero carezcan de medios deberán aguantarse o irse. Gracias a la desprotección de los pocos tramos de costa todavía no arrasados más pronto o más temprano volverá a haber algunos empleos en la construcción, y, al menos mientras no acaben las convulsiones en los países musulmanes del Mediterráneo, seguirá habiendo trabajo temporal y no cualificado en la hostelería turística. Una nueva economía del conocimiento empezará a florecer pronto en las afueras de Alcorcón, en un ámbito laboral libre de molestias sindicales y hasta de leyes contra el tabaco: albañiles, camareros, croupieres, animadoras y guardas de seguridad de clubes de alterne, porteros de discoteca.
La verdad es que a ninguno de ellos le hará falta haber estudiado ética, ni historia de la filosofía. Ni literatura, ni física, ni geografía, ni ortografía…"
TODO MUCHO MÁS CLARO by Antonio Muñoz Molina
Perfume de mujer (Scent of a Woman)-Discurso en... por arsacas
Esencia de Mujer (Discurso Final)
2 comentarios:
Tal vez no lo sepa, pero España es hoy el «gran éxito económico del mundo», pues «ha creado puestos de trabajo como nunca en la historia» y «está en condiciones de dar lecciones» al resto del planeta porque «ha roto todos los pronósticos», porque es «el ejemplo del mundo», y porque «cuando uno examina un manual de crecimiento económico, España está en el máximo».
Todo esto, con 31 parados menos en agosto. 31 parados menos que han estado trabajando en el sector turistico en verano con jornadas de 14 horas diarias, con contratos de media jornada y sueldo de menos de 500€ (hasta de 350€ he visto en algunas ofertas) y que a partir de hoy se sumarán a los 6.300.000 que hay en las listas del paro.
El autor de tan hiperbólico diagnóstico macroeconómico no es un humorista del Club de la Comedia: es el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Su triunfalista discurso de este viernes, en los cursos de verano del PP, resume uno de los errores más habituales en la política goebbeliana: que no hay nada peor que creerte tu propia propaganda.
Llevas razón, pero aunque no soy una analista de nada si que es muy doloroso ver a familias enteras que eran "normalitas" viviendo de la caridad. Es terrible oír a personas con 45 años decir que son "Mayores" para encontrar empleo. Es para llorar ciertamente.
La viñeta de Forges da la muestra en la medida de a dónde hemomos llegado.
Solo queda la esperanza en el mañana, porque veo a otros países dar los mismos tumbos y vivir dramas similares. De peores hemos salido.
Un abrazo
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