miércoles, 26 de mayo de 2021

EL SILENCIO DE LOS BORREGOS...

 "Y ASÍ COMO LOS PUEBLOS SIN DIGNIDAD SON REBAÑOS, LOS INDIVÍDUOS SIN ELLA SON ESCLAVOS." (José Ingenieros)

Mirad, es primavera. Los cerezos están en flor. También hay mucho amarillo. Es todo muy hermoso. En primer lugar me presento. Soy pastor y poseo varios miles de ovejas, que me obedecen al dedillo y también con la vara. Mi rol de buen pastor es protegerlas con amor, así que las alimento bien y las cuido. Porque yo sé que una oveja bien criada, criada con amor es la garantía de obtener una lana sedosa de calidad, y una carne tierna de sabor incomparable. Eso es seguro.
Entonces, ¿Por qué mis ovejas son felices, realmente felices cuando las esquilo? ¿Por qué no reaccionan? ¿Por qué no reaccionan cuando las vacuno, cuando las sacrifico en el altar de la gastronomía? Hay un misterio. Un misterio, sobre todo cuando saben que soy un hombrecillo frágil, que no sería rival para una oveja enfurecida. Un sólo carnero puede matarme de un golpe.
Pues bien, he aquí el secreto: para que un rebaño de miles de ovejas sean dóciles, sólo hace falta jugar sobre el miedo o sobre la necesidad de seguridad. Ejemplo: cuando necesito vacunarlas o esquilarlas, confinarlas o llevarlas al matadero, entonces les grito, '¡cuidado! hay un lobo, hay un gran lobo'. Aquí juego con el miedo. 'Corred rápido sobre el rendil, rápido, rápido, id a refugiaros ahí'. Necesidad de seguridad. Y aquí, en una psicosis colectiva en la que se pisan unas a otras, se piran todas al rendil, sin siquiera pensar por qué son todas felices encontrarse en seguridad, confinadas en el rendil, lejos de los dientes del lobo.
VAMOS HACIA EL BORREGO...
El miedo corticircuita la reflexió
n, hace explotar sus neuronas, y bueno, dado que una oveja no tiene muchas, mientras su atención está dirigida al lobo, yo, tranquilamente las vacuno, las esquilo, les tatúo el muslo, les pongo el chip a las rebeldes, castro a los jefes, y por supuesto, inyectándoles medicinas, etc... Y cuando he terminado mi trabajo, las voy soltando por pequeños grupos. Entonces, una vez que se han dejado esquilar, se dan cuenta de esto, lo ven, pero son felices de haber escapado del gran lobo. Están esquiladas, pero todavía vivas, por tanto, contentas y felices.
Entonces las hago balar con todo su corazón y les pido que me aplaudan todas las tardes a las 8. Hora también de noticiero, que les cuenta que realmente han escapado de las garras del lobo. Por supuesto siempre hay algunas ovejas rebeldes, ovejas negras que son más inteligentes que las demás, que comprenden, que han pillado mi estratagema. Entonces intentan desesperadamente explicar a sus hermanas ovejas, a sus congéneres, que si el lobo se come dos o tres solamente, el pastor es mucho más peligroso, porque terminaran todos asadas sobre la mesa. O sobre le mesa de pascua.
Hay que echar a estas ovejas que no quieren entrar en el rendil, porque son rebeldes, son espíritus libres. A éstos, les enseño mi bastón o hago que el perro las muerda. Lo mejor es degollar a una oveja negra delante de las otras. Esto es muy eficaz. Por una sola sacrificada, aterrorizo a miles, que se vuelven dulces, sumisas, dulce, dulces como corderitos. Mato a una y someto a miles. Así es como afixio el menor asomo de revuelta.
Hay muchos políticos que vienen a pedirme que les asesore, a pesar de que soy un simple pastor, un pobre pastor. Pero si me piden ésto es porque justamente podemos utilizar esos métodos, los métodos de los pastores con los humanos. En efecto, la diferencia entre la conducta y el comportamiento de las ovejas y el de los humanos, es que justo no hay ninguna diferencia. Ese es el secreto. El secreto está aquí, no en otro lugar.
Entonces, cuando queremos pasar una ley impopular, que no es agradable, entonces se hace cuando la población tiene miedo. Por ejemplo, hablamos de crisis climática, tempestades, olas de calor, crisis de la deuda, crisis financiera, terrorismo, crisis sanitaria, etc,... A causa del CoronaVirus en donde se juega con el miedo, hemos conseguido no confinar miles de ovejas, sino a miles de millones de humanos en todo el planeta. ¡¡humanos!! confinados como animales. Humanos deshumanizados. Y lo peor, y lo más repugnante y lo más dramático es que los jefes rebeldes cierran la boca. Los grandes jefes también aceptan el confinamiento.
Entonces, la única salida de esta trampa maquiavélica, sería EL DESPERTAR COLECTIVO. Entonces, yo personalmente no pierdo más el tiempo en dar explicaciones. No sirve de nada, no sirve realmente de nada. Porque cuando explico la estrategia por la cual las ovejas son víctimas, o bien la oveja ya es consciente, por lo cual todas las explicaciones son realmente inútiles; y, si es una oveja gilipollas, no entenderá nada de lo que le diga, pues justo es una oveja gilipollas. Entonces hay que tener cuidado porque la oveja gilipollas no tiene la culpa, es gilipollas, eso es todo. PARÁBOLA DEL BORREGO...QUE PREFIRIÓ EL DOLOR A LA LIBERTAD No siempre le pasan a uno cosas dignas de ser metabolizadas como  alegoría, así que vamos a ello. Jueves 8 de abril, diez de la mañana. Dehesas de la finca Romanillos, donde Boadilla del Monte deja de ser Boadilla para volver a ser Monte. Carrera matinal por el campo, lejos de mascarillas y vigilancias covidientas. De repente, en medio del sendero, un borrego. A la derecha, un cercado de alambre, más de metro y medio de alto. Al otro lado del cercado, cien metros de distancia tal vez, el resto del rebaño, el perro y el pastor. En algún momento, el borrego había franqueado el alambre, sabe Dios por dónde, y había quedado solo y libre. El bicho estaba desquiciado: balaba, gruñía, bufaba… Miraba a un lado, donde el campo se abría infinito, cuajado de hierba fresca y alta, seguramente seducido por la tentación; luego miraba al otro, al lado del cercado, donde seguían el rebaño, el perro y el pastor. No os diré que después me miraba a mí como preguntando, pero podría haberlo hecho.
En eso se acercaron a la carrera el perro y el pastor. Para el fugitivo, era el momento de elegir. El borrego podía salir a escape, donde el pasto se extendía inmenso, y ganar una vida de libertad que nunca había conocido. La otra opción era la del rebaño, pero, ojo: ahí en medio había, alta y tensa, una valla de metal; había que atravesarla y no resultaba tarea fácil. ¿Qué diréis que hizo el borrego? Tomó carrerilla, se estampó contra la valla y la atravesó por debajo, dejando sobre su blanca lana manchas rojas de sangre. El animal habría escogido la opción más dolorosa con tal de seguir en el rebaño. Eligió el dolor porque lo consideraba preferible a la libertad. El pastor me miró, desafiante. El mastín hizo lo propio y os diría que me pareció advertir en su bocaza una mueca irónica. El borrego desapareció entre las lanas de sus congéneres, sólo distinguible por la sangre de su lomo. Y a mí me vino a la cabeza la actitud de todos nosotros con el puñetero COVID.
Los seres humanos necesitamos certidumbres, seguridades. Por eso trazamos caminos en vez de caminar campo a través y por eso dibujamos mapas en vez de lanzarnos a lo desconocido. Desde que empezó la pandemia, el poder (político, mediático, económico) nos ha dibujado un mapa para orientarnos en esta travesía demencial de la COVID-19. Un completo mapa que indicaba el origen del virus, su forma de transmisión, los tratamientos médicos para atender a los enfermos, las medidas para contener su propagación, consignas sobre nuestro comportamiento “solidario, obediente y vigilante” y, al final del camino, la vacunación universal como meta redentora.
Mientras se trazaba el mapa, mientras todos transitábamos por el camino marcado, algunas voces disentían: que si este sendero lleva a un barranco, que si esto de aquí no es llano sino ciénaga, que si el agua de esta fuente no es potable… Asombrosamente, no ha sido posible establecer discusión alguna: el mapa que nos dictaron, eso que se llama “versión oficial” sobre la pandemia, se ha impuesto silenciando cualquier discrepancia, relegada sistemáticamente a la ergástula de los locos o los malvados. “Negacionistas”: infamante sambenito para quienes imaginaban un mapa distinto al que ordenaba el mando. La ciencia –oh, sí- iba a redimirnos doblegando la curva para salvar vidas mientras nuestros gobernantes se ocupaban de no dejar a nadie atrás. No os sorprenderá saber que esa machacona fraseología no es exclusiva del gobierno español, sino que se repite por igual en todo Occidente. Un solo camino. Un solo rebaño.
Pero henos ahora aquí, un año ya de recorrido, y la meta no se ve. Nos pintaron una ruta de sacrificio, suspensión de libertades, depauperación económica y depresión social para llegar a la redención de la vacuna para todos. Pero lo que ahora descubrimos es que la vacunación sólo es, en el mejor de los casos, una garantía a medias. Que todos los planes del poder han fallado por razones que van desde la ambición comercial de los fabricantes hasta la incompetencia (dejémoslo ahí) de los políticos. Que las restricciones políticas y el colapso económico van a seguir azotándonos sin que haya un plan alternativo. Sobre todo: nos miramos ahora y constatamos que se nos ha privado por completo de la posibilidad de gobernar, como personas libres, nuestra propia situación.
“No podemos actuar fuera de la estrategia europea de vacunación”, decía el barón extremeño Fernández Vara. Pero… ¿qué estrategia? Si no hay tal, ¿qué hacemos? La respuesta la daba otro barón, el manchego García Page: “Lo importante es que todos tomemos las mismas medidas, sean buenas o malas”. Atentos al razonamiento: si el camino nos conduce al barranco, no pasa nada, porque lo importante es que nos despeñemos todos juntos. En esas estamos. Y así volvemos a la parábola del borrego.
Esta gente, los capitostes de la política y los medios y las farmaucéticas y la OMS y la madre que los parió, nos ha conducido a una situación donde buena parte de los europeos prefieren seguir sufriendo con tal de no abandonar el rebaño. Nos quieren como a ese pobre borrego que, aterrorizado ante la perspectiva de ser libre, prefirió rajarse los lomos. Hay esclavos a los que no hace falta marcar: ya se marcan ellos solos.
"El hombre procede del mono y últimamente, al menos en España, ha iniciado su retorno al original" dijo no hace mucho Alfonso Ussía, aunque yo pienso que más bien al borrego.
EL CERCO
Había una vez, un hombre que había conseguido tener en un cercado una piara de jabalíes salvajes completamente domesticados. Cuando le preguntaban extrañados, cómo lo había conseguido, él respondía así:
Durante muchos días iba a la zona donde sabían que estaban y les vaciaba un saco lleno de pienso, luego me marchaba. Después de comprobar que ansiosamente esperaban el alimento recibido sin esfuerzo, construí un lado del cercado y seguí con la rutina diaria del pienso. Y me marchaba.
Al principio recelaron de aquellos maderos clavados en el suelo, pero como el pienso seguía allí y nadie les perturbaba, tranquilamente comían. Al poco tiempo construí otro lado del cercado, les dejé el pienso y marché.
Nuevamente recelaron de aquellos maderos, pero como estaba el pienso, comían. Así seguí, hasta completar los cuatro lados y cuando quisieron darse cuenta ya los tenía bajo mi poder, AMANSADOS Y SIN LIBERTAD. Y RESIGNADOS... + ENTRADAS RELACIONADAS: +>https://born-to-run-runaway.blogspot.com/2020/11/la-ideologia-invisible.html +>

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